Lo que se alcanza
Lograr hablar de uno mismo no es un
logro dado, natural, poder situarse como un ser distinto a otro, realizar una
primera diferencia entre un cuerpo y otro, es un logro somático y psíquico de
vital importancia.
A mi por lo menos me produce gran
júbilo escuchar a mi hija de tres años que últimamente ha empezado a amenazar
con lo más terrible e hiriente que a su corta edad ha descubierto que puede
hacerle a otro. Esto, cuando se ve amenazada o herida por nosotros, su mamá, su
papá y sus hermanas de cuatro y diez años. Lo que creo la hiere, son momento en
que se le llama la atención, cuando se le inquiere o atribuye alguna
responsabilidad, o cuando la molesta su papá. El otro día su padre le decía, “si no te tomas la leche, te quedarás como
un bebé”, cuestión que amenaza en lo profundo su logro hacia la madurez.
Aunque ella insiste con jugar a ser bebé, y pareciera obtener gran satisfacción
jugando a este papel, a veces ese destino regresivo se le vuelve claramente insoportable.
“No
vas a ir a mi cumpleaños!”
Es el arma que ha encontrado para
responder y defenderse ante lo que la hiere. Mi cumpleaños. Ya puede recurrir a un mi, un lugar sobre ella misma
al que puede apelar para hacer frente a lo que le parece difícil, un espacio
que no necesita de otro para sobrevivir.
Es un lugar que pareciera llenarse
de omnipotencia, porque creo que imagina su cumpleaños como una gran
celebración. De hecho, lo ha expresado así, “habrán
pinturas para pintarse como princesas, muchos globos...y piñata!” fantasea...o
más bien delira!. Evento que constantemente sigue sumando nuevos preparativos y
aventuras en su cabeza.
Una fiesta narcisista! La primera
fiesta que celebramos ya sea en la intimidad máxima, en el no querer saber nada
de eso (sabiendo), o a través de la exposición más solicita. Ambas formas
tienen que ver con lo mismo, con cómo le damos magna importancia a ese día, ya
sea desde un acentuado no querer nada, a un ímpetu de compartirlo con todos.
Estado depresivo, indiferente o maniaco, ninguno de estos se escapa de la
autorreferencia cumpleañera. Nos ponemos al centro en ese día ridículo en el
que jugamos o creemos ser lo más importante. Y no por nada, no es sólo por ser
egóticos, es que ese día marca algo fundamental _ más bien fundante _ la
posibilidad que hemos tenido de existir, de transformarnos en vida.
No importa entonces que hagamos
fiesta o no, lo que importa es que ese día se imprime una huella sobre la cual
depositamos una primera garantía de quienes somos, de que ese, mi cumpleaños,
es único.
Últimamente Rafaela ha comenzado a
utilizar esta arma en su doble filo, ya que cuando se ha visto agradecida y a
gusto, se dispone ante el otro haciéndole una invitación afirmativa a este
magno evento imaginado: “tú sí vas a ir a
mi cumpleaños”-asegura.
Aunque su cumpleaños sea en cuatro
meses más y aunque no sepa mucho aún de la cronología del tiempo, Rafaela ha
conquistado un primer tiempo, el tiempo necesario para que se abra un espacio
en el que ella sabe que hay un día que marca su existencia, un día que es suyo.
Lo que me encanta, es ser testimonio
de este momento, de cómo ella va circunscribiendo y apropiándose de ese lugar
propio, con todos los sufrimientos y satisfacciones que ello implica.
...Antes éramos como una, ahora toma
lugar un ella y yo.
Trinidad Quinteros, 17 diciembre
2015.