Bicho culiao
Estoy chata, quiero que pase, que nos deje tranquilaoes. El contagio, el estrés, los resguardos. Que transitan entre el miedo y el cuidado, la seriedad que amerita, y la ridiculez y exageración, que como siempre, no terminan protegiendo sino al contrario. A lo más, y en el mejor de los casos, haciendo reír.
Ya no me separo de mi pañito, acompañado como un siamés, de su difusor con cloro y agua. Por donde piso y paso voy roseando y limpiando, con una obsesividad que desconocía en mí.
Un sostén de mascarilla, y luego una servilleta de mascarilla…que poca tapa, pero que da seguridad. Todo sirve y nada sirve, un señor va en bicicleta con la mitad de un bidón plástico en la cabeza, una señora compra agitada en el supermercado con bolsas plásticas enteras metidas en cabeza y rostro, no sé cómo respira.
Mientras, veo por la calle a un abuelo de 80 años, con una baguete en la mano paseando bien derecho y sin nada más que su humanidad vestida. Se creerá invisible así para el virus, pienso.
Todos los placebos son posibles y sirven, para la angustia hipocondriaca, la angustia de contaminación, la angustia de muerte.
Uf, espero que pase, que se vaya.
Bicho culiao.
abril 2020.